Personaje
La emprendedora que apostó por bombones de ajo negro chilote
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Andrea es chilota y vive en Punta Chilen, a unos 15 kilómetros del cruce Chacao. Estudió en un colegio técnico profesional donde aprendió contabilidad y unos años después, en 2006, entró a ingeniería industrial, pero tuvo que interrumpir la carrera porque se convirtió en madre. “Ahora, con 40 años me estoy recibiendo de ingeniería industrial. Estoy en proceso de titulación”, cuenta tras cursar cuatro años en el Instituto profesional IACC.
Hace 20 años trabaja como gerente de una cooperativa campesina que reúne a 18 pequeños productores de la zona de Punta Chilen y que comercializa pasta de ajo chilote y papas nativas de la isla bajo la marca Chiloé Gourmet, y que cuenta hace diez años con certificación orgánica.
“Son productos que van al mismo segmento que yo elaboro con Kime Newen (su chocolatería). Ya tenía la experiencia en el desarrollo de productos, innovación, marketing, prospección de mercado y con ese know how, en 2014 nos capacitamos con mi esposo, Benjamín Barría Delgado, en el tema del ajo negro”, dice la emprendedora.
El ajo negro lo conoció lejos de Chiloé. Fue en una gira a Nueva York y Montreal organizada por ProChile en 2012. Ahí participó como representante de la cooperativa y por primera vez probó el ajo negro producido en Japón y que se vendía en supermercados como Whole Foods.
Este producto se obtiene luego de un largo proceso, explica Andrea. “Como hortaliza el ajo tiene muchos azúcares, estos se caramelizan en un horno especial, condicionado con una temperatura y humedad controlada durante 40 días, periodo de fermentación natural que hay que estar controlando constantemente. Además del color (el ajo queda negro azabache) está comprobado científicamente que aumenta su capacidad antioxidante en un 46% y se convierte en un superalimento que hoy vendemos. Los chefs y entendidos dicen que tiene sabor a umami, el quinto sabor junto con dulce, ácido, amargo y salado, y que significa sabroso. Es bien distinto al ajo normal blanco”, agrega.
Su vecino Patricio Varas también formaba parte de esa gira, y se pusieron a pensar cómo hacer ajo negro chilote. “Yo me traje unas muestras y Patricio comenzó a investigar. Tomó el liderazgo y postuló a fondos para financiar la etapa de desarrollo del producto, testeo, análisis de laboratorio, etcétera. Después me invitó a asociarnos porque necesitaba volumen para escalar su producto”, señala.
Ahora Andrea tiene una planta de proceso con resolución sanitaria junto a su casa donde hace ajo negro. En su horno industrial cocina 100 kilos de ajo chilote que después de los 40 días de cocción se reduce a unos 80 kilos, calcula. El proceso implica un inmenso consumo energético, además.
En Kime Newen, donde hacen alfajores con frutos de Chiloé y bombones rellenos con ajo negro, trabajan actualmente cuatro personas: ella, que divide su tiempo entre la cooperativa y el emprendimiento; su marido, que el año pasado dejó su otro empleo y está contratado por la empresa; y dos trabajadoras, Leyla y Jocelyn, jovenes de Punta Chilen.
Probar cosas nuevas
La emprendedora cuenta que un desafío ha sido educar a los consumidores que muchas veces no entienden que un bombón esté relleno de ajo. Pero como además ocupan cacao 56% sin azúcar, lo venden como doble superalimento.
“La gente está más dispuesta a probar sabores nuevos que sean llamativos. Y es muy beneficioso para la salud (un estudio de la Universidad de Concepción señala que su consumo ayudaría a prevenir el Alzheimer). Es un chocolate que se puede comer sin culpa”, agrega riendo.
Estas características las ha ido mostrando en ferias gastronómicas y en su cuenta de Instagram @kime_newen. También mantienen la línea Frutos de Chiloé, de consumo más masivo, con murta, berries y quinoa.
Todavía no tienen distribución masiva en el país, pero suman 50 puntos de ventas, principalmente en la décima región -sus productos se encuentran en el aeropuerto de Puerto Montt y en el aeródromo de Castro- y también en dos tiendas en Santiago: Mundo rural en el CCLM y La casita de Chonchi en Providencia.
“Es delicado el producto, entonces los enviamos como si fueran huevitos. Por lo mismo, hemos tenido algunos problemas con el transporte y debemos trabajar en un embalaje que soporte el traslado. Estamos en etapa de posicionamiento, dispuestos a hacer lo que sea necesario para instalarlo en el mercado”, comenta.
Hace poco recibieron un encargo de una clienta que tiene una tienda en Calama que se llama Emporio La Sureña, y hasta allá mandaron los bombones en transporte refrigerado. En Chiloé ha ido creciendo la producción de ajo negro, pero la mayoría lo hace a pequeña escala con ollas que permiten preparar un kilo, cuenta.
La cooperativa donde trabaja lleva 25 años comercializando la pasta de ajo que cuenta con una certificación SIPAM otorgada por la FAO al territorio de Chiloé. En 2019 participaron de una actividad de la APEC Chile en Puerto Varas donde compartieron experiencias con otros territorios insulares como Japón y Nueva Zelanda. También le ha tocado viajar a Canadá, Estados Unidos, México y a Europa.
Destaca la Expo Milán de 2015, donde Chile tuvo un pabellón con alimentos y productos nacionales durante seis meses. También exportan la pasta de ajo a Bélgica.
Además de sus dos trabajos, Chiloé Gourmet y Kime Newen, y su familia, Andrea también es speaker en temas de cooperativismo y modelos de negocios asociativos. Cuenta que se mantiene incorporando nuevos conocimientos para ser más productiva.
“Me gusta hacer muchas cosas, entonces a veces me pongo dispersa. Ahora estoy trabajando en mis hábitos para que el día me rinda más: me levanto muy temprano, y realizo una rutina para aumentar mi energía y agradecer a Dios”, comenta.
Agrega: “Tengo varios mentores y sigo a gente power para aprender de ellos y ver cómo han hecho sus negocios”. Menciona a Sandor Gutierrez, amigo y profesional con el cual ha trabajado por muchos años; a Marcelo Guital, de Guital&Partners, creador del Agua Benedictino; y también a Nicolás Orellana de Webprendedor, plataforma de pago para emprendedores.
“Me interesa la gente que combina emprendimiento con su vida personal y que traspasa conocimiento de valor para llevar tu proyecto adelante desde una perspectiva integral. En estos años he aprendido a ser más flexible, a incorporar la paciencia y a liderar con el ejemplo. Es difícil sacar un emprendimiento desde Chiloé a los grandes centros de consumo, pero es posible con pasion y perseverancia”.